Los tornillos son elementos de sujeción muy prácticos y cómodos de usar, siempre que estén en buen estado. Cuando la cabeza de esos tornillos se pasa o se deteriora por un uso inadecuado, entonces es necesario recurrir a algunos trucos para extraerlos.
Todo manitas ha tenido que enfrentarse en sus trabajos a un tornillo con la cabeza pasada o pasado de rosca. Da igual que uses los mejores tornillos del mercado, los destornilladores más avanzados y eficientes o que tengas el máximo cuidado durante el proceso de atornillado de los mismos. Con el paso del tiempo y el continuo apriete y aflojado del tornillo, este acaba perdiendo su cabeza y convirtiéndose en un problema.
Por suerte, no todo está perdido. Existen algunos pequeños trucos y herramientas a los que podemos recurrir para sacar un tornillo con la cabeza gastada. No obstante, hablamos de soluciones extremas y que solo deberíamos ejecutar cuando no nos quede más remedio, ya que estas soluciones sirven para eliminar el problema pero también pueden dañar los materiales sobre los que se encuentra el tornillo.
1. Usa el husillo del taladro
El primer consejo que podemos darte para proceder es coger tu taladro, si es de tipo moderno, y tratar de cazar la cabeza pasada con el portabrocas. Un proceso algo complicado, dado que si el tornillo está muy metido en la madera o en la base es posible que no dispongas de la distancia necesaria para proceder.
Pero en caso de que puedas hacerlo, es la solución más rápida y menos destructiva de todas las que estamos comentando. De hecho, basta con atrapar la cabeza en el husillo del taladro y ponerlo en modo reversa o destornillador para extraer ese tornillo en apenas unos segundos.
2. Añadiendo más apoyo
Cuando la cabeza está gastada, aún es posible recuperar parte de la misma y lograr que esta haga la tracción necesaria para realizar la extracción del tornillo. Para ello podemos usar diferentes materiales, tales como una goma elástica o alguna masilla que se endurezca. En el caso de la goma, basta colocar la misma en la zona de la punta para que esta “haga masa” dentro del tornillo pasado y evite los deslizamientos que impiden extraer el tornillo.
Lo mismo puede hacerse con alguna masilla componente, que colocaremos alrededor de la punta del destornillador y posteriormente introduciremos en la cabeza. Una vez que la masilla seque, tanto el destornillador como la cabeza del tornillo serán un solo elemento y podrán moverse al unísono, consiguiendo así la extracción deseada.
3. Construye una nueva cabeza
Siguiendo con los métodos menos agresivos, otra opción que podemos poner en marcha es la de “crear” una nueva cabeza. Un proceso para el que vamos a necesitar una hoja de sierra con un tamaño menor al de la cabeza original. La idea es serrar la zona de dicha cabeza con la profundidad suficiente como para que se convierta en una nueva muesca, en la que posteriormente introduciremos un destornillador plano tradicional.
Es recomendable que este proceso de corte sea manual, a fin de controlar la profundidad del nuevo surco. Si este es demasiado superficial, entonces no servirá de nada, mientras que si es demasiado profundo corremos el riesgo de acabar cortado la cabeza y dificultaríamos el proceso posterior de desatornillado.
4. Usa un extractor de tornillos
El extractor de tornillos es una de esas herramienta que no vamos a usar demasiado a lo largo de nuestra vida de manitas, pero que cuando la usamos nos ahorra una buena cantidad de tiempo y de molestias. Este extractor funciona mediante un sistema de brazo de alta resistencia y un cabezal específico, que se encarga de hacer una enorme fuerza sobre el tornillo atascado.
Una fuerza que puede ser muy útil cuando las cabezas de los tornillos se gastan, dado que con este producto no es tanto cuestión de enganche sino de fuerza bruta. De hecho, algunos de ellos se utilizan sobre el agujero creado en el tornillo con un taladro, de modo que se logra una mayor penetración en la pieza y una mayor transferencia de la fuerza extractora. Aunque sí es cierto que esta fuerza puede dañar algunos materiales, si no se gestiona con cuidado.
5. Que le corten la cabeza
Si el tornillo sigue empeñado en no salir, es momento de recuperar la sierra a la que hemos hecho mención antes. Con esta sierra vamos a proceder a cortar la cabeza del tornillo a ras del material sobre el que se encuentra. La idea es eliminar la capacidad de sujeción del tornillo mediante la eliminación de dicha cabeza, lo que nos va a permitir liberar las piezas que este estaba sujetando.
El problema de este método es que debe ser preciso, a fin de dañar lo menos posible las superficies sobre las que estemos trabajando. También deberemos contar con algo de espacio para maniobrar, dado que si el tornillo está incrustado en la madera o en el material que sea, tampoco dispondremos de espacio físico para realizar las tareas de eliminación del tornillo.
6. A por todas
Si has probado ya todos los métodos que te hemos comentado, o al menos todos los que las circunstancias te permiten, y sigues sin poder extraer el tornillo, entonces es el momento del todo por el todo. En este punto, vamos a necesitar de un taladro, así como de una broca para metal de la misma medida que tenga el tornillo rebelde. Aplicaremos el taladro sobre la cabeza roma del tornillo y, con precaución, iremos perforando poco a poco para destruir literalmente el tornillo y así poder separar los diferentes elementos que sujeta.
Tal como puedes imaginar, este método tiene todo tipo de inconvenientes: vas a necesitar una precisión y un pulso encomiable, es probable que dañes los materiales durante el proceso y también que cuando acabes no puedas usar de nuevo el agujero. Pero al menos podrás sacar ese tornillo que durante tanto tiempo te ha estado molestando. Algo es algo.
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